La simple razón tras el auge de la demencia

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La demencia, una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo, se ha convertido en uno de los grandes desafíos de salud del siglo XXI. Aunque muchos factores contribuyen a su aparición, el aumento de casos se debe en gran parte a una razón simple: la gente vive más tiempo. Con el envejecimiento general de la población global, las enfermedades neurodegenerativas están en pleno ascenso.

A diferencia de otras afecciones que se manifiestan en edades más tempranas, la demencia está estrechamente relacionada con la edad avanzada. Esto significa que cuanto más tiempo viva una persona, más probabilidades tiene de desarrollar algún tipo de deterioro cognitivo. Se estima que el número de personas afectadas se multiplicará en las próximas décadas, especialmente en regiones del mundo donde la expectativa de vida está aumentando rápidamente.

El tipo más común de demencia es el alzhéimer, pero no es el único. Existen otras variantes como la demencia vascular, la demencia con cuerpos de Lewy y la demencia frontotemporal. Todas ellas comparten una característica principal: el deterioro progresivo de las funciones cognitivas, incluyendo la memoria, la orientación, el lenguaje, y la capacidad de tomar decisiones.

Sin embargo, a pesar de esta tendencia en aumento, hay indicios alentadores. Varios estudios han demostrado que ciertos factores de riesgo pueden cambiarse. Es decir, aunque no se puede evitar el envejecimiento, se pueden tomar acciones para disminuir considerablemente la probabilidad de desarrollar demencia.

Uno de los elementos de protección más destacados es el grado de escolaridad. Las personas que han tenido educación por un tiempo más prolongado muestran un menor peligro de sufrir deterioro mental en la tercera edad. Esto se conecta con la idea de «reserva cognitiva», una especie de amortiguador mental que salvaguarda el cerebro de los impactos del envejecimiento y las dolencias.

Además, la salud cardiovascular juega un papel crucial. Mantener una presión arterial adecuada, controlar los niveles de colesterol y azúcar en sangre, evitar el tabaquismo y realizar ejercicio físico de forma regular son estrategias que no solo benefician al corazón, sino también al cerebro. Un cerebro bien oxigenado y alimentado tiene menos probabilidades de sufrir daños.

Otro punto no muy conocido, pero de gran importancia, es la capacidad auditiva. La disminución auditiva en personas mayores se ha asociado con un incremento en el riesgo de demencia. Esto se relaciona parcialmente con el aislamiento social que surge cuando alguien enfrenta problemas para comunicarse, afectando de manera negativa su bienestar mental y cognitivo. El uso de audífonos u otros dispositivos técnicos puede ayudar a mitigar ese riesgo.

En contraste, se están creando nuevas herramientas para la identificación temprana. Una de las más esperanzadoras es la prueba sanguínea para identificar indicios iniciales de alzhéimer, incluso muchos años antes de que se manifiesten los síntomas iniciales. Esta innovación podría transformar el diagnóstico y permitir el acceso a tratamientos preventivos más efectivos.

En lo que respecta al efecto a nivel mundial, se anticipa que el peso de esta enfermedad crecerá particularmente en naciones con ingresos bajos y medios. Estas áreas están viendo un rápido aumento en la longevidad, aunque frecuentemente no cuentan con los recursos de salud adecuados para cuidar a las personas con demencia. Esto plantea desafíos no solo en el ámbito médico, sino también en el social y económico.

By Julia Collado Mireles